Precisamente con la finalidad de elevarse por encima de las inmun dicias callejeras aparecieron los zuecos en la Edad Media. Tuvieron su origen en el norte
de Europa como un calzado adicional, en parte o totalmente de madera, con una base gruesa para proteger los buenos zapatos de cuero del usuario contra el barro y la suciedad de las calles. En meses más cálidos, solían usarse en vez de los zapatos ajustados de cuero.
Un calzado alemán denominado “pump” adquirió popularidad en toda Europa a mediados del siglo XVI. Era una especie de zapatilla, simple o adornada con gemas, tenía tacón bajo, y los historiadores creen que su nombre es una onomatopeya del ruido (“plump, pluma”) que hacía su tacón al rebotar en un suelo de madera. Una za patilla femenina posterior, la chancleta, fue conocida también con este nombre.
A mediados del siglo XVII, las botas de hombre con tacones altos eran de rigor en Francia. La moda la inició y la llevó a gran altura Luis XIV, el Rey Sol. En sus setenta y tres años de reinado, el más pro longado en la historia de Europa, Francia alcanzó el cenit de su poderío militar, y la corte francesa llegó a un nivel de cultura y refinamiento sin precedentes. Pero ninguno de los impresionantes logros de Luis podía compens
ar psicológicamente su baja estatura, y en cierto momento el monarca hizo añadir varios centímetros de altura a los tacones de sus zapatos. Nobles y damas de su corte se apresuraron a encargar a sus za pateros que aumentaran la altura de sus tacones, homenaje que obligó al rey a incrementar la de los suyos. Cuando, pasado un tiempo, los va rones descendieron de nuevo a sus alturas anatómicas, las mujeres de la corte no siguieron su ejemplo, y con ello se creó una disparidad histó rica en la altura de los tacones de los dos sexos.
En el siglo XVIII, las damas de la corte francesa usaban zapatos de brocado con tacón alto cuya elevación podía llegar a los ocho centí metros, y en otros países las mujeres, adoptando la moda llegada de París, se pasaron al llamado “tacón francés”. Con el tiempo, se impuso una polarización en los tacones, pues mientras los de las mujeres se hacían cada vez más altos y estrechos, los de los hombres se reducían (aunque no en las botas de montar). En los años veinte, “tacón alto” ya no indicaba la altura real de un tacón de zapato, sino que conno taba una atractiva moda femenina en el calzado.